Pedro Eguiluz: Artista de las líneas, la luz y el color


Afable y cordial, sereno e incansable conversador, auténtico apasionado del paisaje y de las plantas. Así es el pintor, ilustrador y dibujante Pedro Eguiluz Díaz (Orduña, Vizcaya, 7 de Abril de 1948). Desde sus comienzos en el marco de la figuración (paisaje, retrato y bodegón), ha recorrido una importante trayectoria pictórica que le ha llevado a pasar por el expresionismo abstracto y gestual, evolucionando hasta -lo que el a valenciano José Soler Vidal «Monjalés» ha denominado- “conduccionismo, en una trayectoria paralela a la vital”.

Su entusiasmo por la naturaleza -su “casa”- le ha permitido “encontrar” y “rescatar” del olvido importantes documentos genealógicos sobre el sacerdote y botánico gaditano José Celestino Mutis, gracias a su ertinaz insistencia a José-Luis Gómez Barceló (Cronista Oficial de Ceuta); contribuyendo además, de forma sobresaliente a la composición del recién aparecido libro de su mujer -la fotógrafa y docente Lola Montes- sobre el  “paisaje y flora del Monte Hacho”.

Un pintor nómada e inquieto

“Hace medio siglo esbocé al óleo un paisaje de mi pueblo, en una tablita que sostenía en la mano izquierda mientras pintaba con la derecha, sintiendo la satisfacción de comprobar que aquello que contemplaba con mis ojos iba plasmándose en ella, pincelada tras pincelada. Así que, nunca he hecho otra cosa en mi vida que pintar y observar todo cuanto me rodea como algo susceptible de ser revisado para volverlo a tocar y diseñar desde mi óptica artística. Este mundo que percibo inspira al otro que pinto, sin necesidad de convertirlo en objeto de copia”, asegura Pedro Eguiluz, cuando le preguntamos qué significa para él, el arte.

Perteneciente a la segunda promoción de licenciados por la entonces Escuela Superior de Bellas Artes de Bilbao (1971-1976). Militante convencido del expresionismo abstracto desde la década de los setenta, Pedro Eguiluz ha encontrado en este movimiento pictórico y su filosofía, los parámetros ideales para desarrollar sus inquietudes artísticas. Excelente dibujante desde sus comienzos, articula sus composiciones de una forma dinámica, jugando con las líneas y la plenitud del color, creando y al mismo tiempo profundizando en el campo más puro de la plástica.

Inquieto, aventurero, curioso y caminante -junto a su esposa Lola Montes y sus dos hijos- a lo largo de tres décadas de incansable actividad, ha logrado “encontrarse con su «obra ideal», logrando establecer de forma fiel y consecuente un particular ideario expresivo. En sus lienzos, el trazo pictórico, eminentemente gestual y agitado, más bien barroco, se convulsiona y multiplica inundando todo el espacio cromático. Eguiluz es un artista que se recrea constantemente en el propio proceso de la pintura, en la incidencia de la luz sobre la pincelada, en el surgimiento de ámbitos formales que de alguna manera se definen y se subliman gracias a una labor rotundamente instintiva y libre de prejuicios.

Además de en su ciudad natal, Eguiluz ha residido en Sestao, la isla de El Hierro, Vitoria, Bogotá, Casablanca y actualmente tiene fijada su residencia en Ceuta. “Para un pintor nómada como yo, el lado es siempre la referencia de posición por donde me muevo, amo y pienso, como o duermo, en definitiva todo lo que nos envuelve: el color vegetal y terrestre del sitio donde te hallas; el sol y la luz de cada día o los atardeceres rojos o de cualquier color. El cielo nocturno profundo y estremecedor cuajado de estrellas quietas, titilantes o fugaces. Y, además, los días sucesivos que llegan y los que vendrán. Los lados de las cosas, eso que las explica en realidad”, asegura Pedro Eguiluz.

Portada de catálogos, medalla de oro en Segovia y munerosos galardones

Su trayectoria comienza siendo muy joven. Con apenas dieciocho años, participa en los concursos de pintura al aire libre que se celebran durante los meses de verano por diferentes localidades vizcaínas. En 1966 gana el Certamen de Pintura de Sestao. Durante su etapa universitaria compagina en sus lienzos la abstracción con la figuración, como denota su obra “ruega por nosotros dos”, reproducida en el catálogo de la Exposición de Arte Vasco de Baracaldo (diciembre 1971-febrero 1972). Además, logra colgar sus cuadros en el Museo de San Telmo (San Sebastián) y antes que concluya este ejercicio presenta obras en Madrid, resultando seleccionado para la Exposición Nacional de Arte Contemporáneo, exhibiendo también -finales de 1973- parte de su producción artística en el Palacio de Cristal.

Consta también en su curriculum una beca de «El Paular», con su correspondiente Exposición de Pensionados de las Escuelas Superiores de Bellas Artes en el Torreón de Lozoya (Segovia 30 agosto-6 septiembre de 1975), donde obtuvo la medalla de oro. Además, durante ese mismo año recibió el segundo Premio de Pintura al Aire Libre de Métrico (Guipúzcoa).

Su primera comparecencia en solitario tiene lugar a finales de 1976 en la bilbaína Galería Valera. Dos meses después, vuelve a colgar sus lienzos en la Galería Eder de Vitoria. Antes que concluya este año, traslada su residencia a la isla de El Hierro (Canarias). En 1978, exhibe óleos y dibujos en el Museo San Telmo de San Sebastián, la Sala de Arte de la Caja Laboral de Guernica, y en las Salas Municipales de Durango.

Tras esta etapa insular, en 1981, retorna al País Vasco, estableciéndose en Vitoria. Dos años después concurre al  Premio de Pintura al Aire Libre Sendo (San Justo de la Vega, León) obteniendo el primer premio.

Lienzos abstractos de gran formato

En 1990, Pedro Eguiluz abandona nuestro país, poniendo rumbo e instalándose en Bogotá, donde reside y continúa su creación artística hasta 1996. Durante este periplo realiza una muestra individual en Santa Fe de Bogotá (noviembre 1991). Además, en pleno corazón del antaño “Nuevo Reyno de Granada”, durante 1995-1996, elabora la documentación fotográfica sobre “especies animales y vegetales del Cerro de Usaquén” para ilustrar un Proyecto de Educación Ambiental en la capital colombiana.

Tras estos seis años en América Latina volvió a su tierra natal, tomando contacto con el público a partir de la serie pictórica “Adentros” en la bilbaína Galería Amasté (noviembre 1997). Tres meses más tarde monta una retrospectiva artística de sus últimos treinta años en Vitoria. A finales de 1998 retornará a ese mismo recinto municipal para exhibir sus cuadros abstractos de gran formato.

Una vez más, en 1996, tan inquieto artista vuelve a Vitoria, donde continúa su producción pictórica con enormes lienzos abstractos. Tres años después, durante la novena edición de la exposición Vitoria Arte Gasteiz, el Ayuntamiento de la capital alavesa, adquiere varias obras suyas. Pocos meses, también su Museo de Bellas Artes incorpora a su colección varios lienzos de Pedro Eguiluz.

A mediados del 2000, Pedro y su mujer -Lola Montes- ponen rumbo a la ciudad marroquí de Casablanca, donde se permanecen durante casi un año.

Ilustrador, cartelista y coautor de varías obras

Pero, a lo largo de su trayectoria, atrás dejó Bogotá, donde Pedro Eguiluz, -entre otras muchas anécdotas- fisgoneando en un mercadillo de libros antiguos encontró uno de medicina autografiado por el que fuera Presidente de la República de Colombia, Antonio Nariño.

Y en septiembre de 2002 vuelve a hacer las maletas y regresa nuevamente Santa Fe de Bogotá para continuar pintando y exhibiendo sus grandes lienzos «aformales» de pincelada nerviosa y fuerte cromatismo, y tal vez para ampliar su pasión indagatoria sobre José Celestino Mutis y la Real Expedición Botánica del Nuevo Reyno de Granada.

De vuelta a España en 2006, se establece “definitivamente” en Ceuta donde reside actualmente, continúa pintando, y probablemente es uno de sus pobladores que mejor conoce su flora y especies autóctonas.

Ilustrador de publicaciones como La Industria Naval Vizcaína, de Teófilo Guiard (Ed. Villar, Bilbao, 1968, 2a Ed.) y autor de carteles pintados en 1993-1994-1995 para el Museo de Ciencias Naturales de Álava .También es autor, junto a su mujer Lola Montes, de los libros “El Cerro, Frontera Abierta” (Ed. Santillana, Bogotá, Colombia, 1996) y “Llodio: Imágenes para la Memoria”, sobre obras del fotógrafo José Montes (Diputación Foral de Álava y Ayuntamiento de Llodio, 1999).

Un perfeccionista de pinceladas nerviosas y fuerte cromatismo

“Soy pintor, amante de la naturaleza, de su estética y del devenir humano…”. “Espero que la pintura, en cada una de sus citas conmigo, siempre me encuentre felizmente dispuesto. Ese es mi compromiso con el arte”. Así se auto define Pedro Eguiluz, un artista cuya impresionante obra pictórica destila luminosidad y juventud de ideas.

Durante su proceso creativo, establece una intercomunicación con el lienzo, trasladándole toda la madurez de su formación profesional y vital. Pura línea y pura luz, dentro de sus alineaciones coloristas, según sus críticos y estudiosos.

“Disfruto con los ritmos formales en las estructuras compositivas, la gestualidad en los trazos, lo signos casuales, las densidades matéricas, la espesura visual de la imagen, el color puro y directo del tubo aplicado al cuadro… Lo que termina por ser pintura “orográfica”, como mi hijo Jon la llama… Me gusta que las materias cromáticas vayan transformándose en relieves levantados desde el lienzo.

Han sido muchos los críticos que han seguido detalladamente su proceso de depuración y diferentes etapas de madurez artística, así como también las galerías que han colgado -siguen haciéndolo- sus obras, e instituciones que le han otorgado sus premios.

Una obra compleja y “científicamente” elaborada

Pese a su costumbre de indicar las medidas de sus lienzos en los catálogos y mantener las proporciones entre ellas, su conversión al impreso resulta difícil por su complejidad compositiva y sus características lineales de luz y color. Enfrentarse a la obra de Pedro Eguiluz no es fácil. Algunos de sus seguidores encuentran bastantes “paralelismos” entre sus pinceladas y las de artistas como Saura o Gordillo, alejándole de expresionistas abstractos como Guerrero.

Estamos ante un perfeccionista hasta límites insospechados, que no deja al azar ningún detalle de su producción creativa (elección del estudio, lienzo, pigmentos) y un auténtico científico cuyo estudio constituye su propio laboratorio artístico, donde sus enormes lienzos constituyen simultáneamente los “continentes y contenidos de sus experimentos”. Nada importa fuera de su escenario pictórico. No existen bocetos, y, tan sólo perduran su inspiración e ideas. Es la materia prima básica con que impregna sus telas de manera concienzuda y nerviosa, recreándose gestualmente en sus líneas, hasta alumbrar su obra ideal.

Para un pintor como Pedro Eguiluz no existen fronteras creativas infranqueables. Más cuando se trata de encontrar la inspiración en el ecosistema y su riqueza forestal. Este artista vasco considera la naturaleza en toda su plenitud, como su verdadera “casa”.

Su amor por ella queda patente en el relato de sus viajes, expediciones, etc… y su forma de mostrar las piezas recolectadas (piedras o plantas) detallando como las han reflejado en sus instantáneas su esposa o sus hijos. La intranquilidad de su mundo colorista, barroco, repleto de luces y líneas contrasta con su serenidad vital y cotidiana.

Su «descubrimiento” del médico y botánico José Celestino Mutis

“No fue difícil encontrarme con la obra científica del médico y botánico gaditano José Celestino Mutis y Bosio en mi primera estancia en Bogotá. Ocurrió en una librería a finales de 1990, al abrir casualmente uno de los volúmenes de la Flora de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reyno de Granada… Mutis y sus pintores encontraron la manera científica y además eficaz de representar cada planta, así como su anatomía, con resultados extraordinarios a través de dibujos y pinturas de exquisitas composiciones”, relata el pintor en el catálogo de “Travesías” su última exposición en Ceuta. “Todavía recuerdo conmovido el buen estado y calidad cromática de las láminas después de doscientos años de trajines viajeros desde América a Europa. Fue impagable contemplarlas (afortunados Lola y yo), en el Real Jardín Botánico de Madrid por cortesía de María Teresa Tellería, su directora, en el mediodía del 15 de julio de 2004 ¡Todo un acontecimiento en nuestras vidas!”, concluye.

Algo insospechado, para una pareja fascinada tanto por el arte como por las plantas. Una pasión que llevó a Pedro Eguiluz -hace ya algunos años- al hallazgo del expediente matrimonial de los abuelos de José Celestino Mutis y la inscripción de su primogénito Julián -afamado librero y padre de tan excepcional figura de la Botánica Internacional del siglo XVIII- en el Registro Civil de Ceuta.

Hace algunos meses tuve ocasión de compartir asiento con Pedro Eguiluz durante un recorrido  turístico por los lugares más emblemáticos de Ceuta. Ilustrado y excelente conversador, su compañía supuso para mí una magistral lección reflejada en sus minuciosas descripciones de cada árbol, flor, mata o arbusto que se cruzaba a nuestro alrededor.

Ignoraba que -junto a su mujer Lola Montes- llevaba varios años participando en la investigación, descripción y obtención de las sensacionales imágenes que ilustran el recién aparecido libro de esta última “Paisaje y flora del Monte Hacho”, que será presentado públicamente durante la próxima Feria del Libro.


Javier Julio García Miravete

Escribo luego existo. Me apasiona la cultura y soy un empedernido luchador contra la injusticia y la corrupción. Admiro la sabiduría de los demás y a cuantos crean para la construcción de un mundo mejor. No me duelen prendas para reconocer en los demás méritos y virtudes, que me gustaría aprender de ellos. Soy un rebelde con causa siempre abierto a nuevos caminos y empresas. Periodista amante de la ciencia, el arte, la literatura, la fotografía, el cine, la música, el coleccionismo, los libros y papeles antiguos que me permiten reconstruir perfiles e historias de otros tiempos. Sueño con proyectos magníficos que me desbordan y que no logro activar por desintereses políticos. Desde aquí impongo mis normas sin someterme a protocolos. Escribo lo que quiero como quiero e intento ser libre.

Un comentario en «Pedro Eguiluz: Artista de las líneas, la luz y el color»

  • el 26 junio, 2019 a las 9:46 pm
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    Trasteando esta tarde por Internet, me he reencontrado después de 40 años con Pedro Eguiluz y su mujer Lola, compañeros que fuimos en la Isla del Hierro en el año 78 en la Escuela de Taibique; y he recordado tantas cosas… Viendo las fotografías de sus cuadros, me ha venido a la mente la galería de su casa de Taibique con sus lienzos enormes tirados en el suelo mientras pintaba. ¡Ojalá puedas leer este mensaje!

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