Gervasio Sánchez: un ejemplo de compromiso fotoperiodístico con la vida (I)


En el verano del 91 Gervasio Sánchez cogió sus  bártulos y puso rumbo a Croacia, en plena desintegración del país. Fue el inicio un camino profesional que suma ya más de doce libros. Desde entonces, no ha dejado de remover conciencias con sus impactantes imágenes. Entre sus numerosos reconocimientos destaca el Premio Nacional de Fotografía (2009I). Sus instantáneas muestran lo peor de la guerra, los grandes conflictos, la muerte, la tortura, etc… reportando cauces de esperanza para un futuro mejor. Vocación y compromiso con los derechos humanos, Gervasio Sánchez no duda en arriesgar permanentemente su vida para intentar concienciarnos con sus imágenes sobre la tragedia que azota a la humanidad: las guerras. Voces del Desierto, tuvo oportunidad de conversar con él y recoger el valioso testimonio de uno de los reporteros de guerra más coherentes, serios y valientes de nuestro país.

Algunas empresas saben que sus periodistas en zonas de conflicto mienten

* Antes de nada me gustaría pedirte que te autodefinieras como persona y como profesional

Soy un fotógrafo periodista que siempre he intentado ejercer mi trabajo con coherencia y con pasión. Quizá sea un poco romántico, pero, sigo creyendo que el periodismo puede mejorar las cosas y eso que estoy -posiblemente- entre los más críticos con su concepción actual. Creo que el periodismo -en su pureza- es algo necesario para la sociedad. Los medios de comunicación deberían ser las antorchas que alumbrasen las zonas más oscuras del mundo en que vivimos. Desde mis comienzos siempre he intentado hacer periodismo basándome en unos principios coherentes y creyendo que es importante para mejorar la sociedad y hacerla menos manipulable. Debería ser siempre de investigación y considerarse tan importante como la educación y la sanidad. Cuando iba al Instituto era el único que llevaba un periódico y leía cada día: ¡la verdad es que era deportivo!. Además, me apetecía mucho viajar, llegar a sitios lejanos, ver en directo lo que ocurría y contarlo yo. ¡Siempre quise ser periodista!.
* Siempre has sido un rebelde con causa. Me gustaría conocer esos comienzos en que te despedías de rotativos porque te censuraban.
En mis años duros dejaba de trabajar en periódicos porque no respetaban mi trabajo. Si alguien busca mi evolución como fotógrafo no tendrá mucho que pensar a quienes me estoy refiriendo. Por muchos premios que reciba sólo soy un intermediario. Creo en el periodismo aunque pueda resultar romántico -o quizá estúpido- como el primer día en que llegué a la Universidad. Me molesta mucho que la gente piense que me dedico a este oficio por cuestiones morales y éticas. El periodismo es fundamental y lo más sagrado con que cuenta la sociedad. Algunas empresas saben que sus periodistas -sobre todo en zonas de conflicto- mienten. Cuando informas, debe haber un respeto por las personas. Una sociedad sin buen periodismo está condenada al fracaso. Es tan importante como la educación, la cultura y la sanidad. Una sociedad sin buenos profesionales -pongamos la española actual, donde su decadencia ha sido brutal- es fácilmente manipulable. Para mí periodismo es compromiso. Para transmitir el dolor hay que sentirlo y la única manera de hacerlo con decencia es recibir directamente su impacto. Si estás dispuesto a vivirlo con toda su contundencia podrás comunicarlo con mayor fuerza y dignidad que si paseas por los escenarios bélicos para ganar premios o sacar historias que te hagan más o menos famoso.
Frente a la mediocridad generalizada que vivimos, necesitamos gente solidaria
* Que opinión te merece eso que denominan telebasura o “periodismo” basura
El valor del trabajo debe ser establecido en consonancia con el esfuerzo. Cuando hablan de periodismo basura, para mi no es periodismo. Es absurdo ver un programa como La Noria y una mesa con personas que dicen ser periodistas. ¡No lo son!, aunque lo fueran en algún tiempo. Algunos se dedicaron a ejercer de comisario/as políticos/as acabando sólo por defender los intereses de su partido, y ahora sólo se dedican a sentar cátedra en programas basura y a gritarse como energúmenos.
* ¿Qué has aprendido durante todos estos años de la guerra?.
Cuando trabajas en zona de guerra, intentas evaluar y entender sus razones. Preguntas a un ciudadano: oiga, ¿usted porqué está en guerra?. Es algo que he hecho muchas veces a hombres, mujeres, combatientes y a muchas personas. Te dicen: no sabemos, estábamos aquí cuando de repente gente armada sacaron votos y empezaron a dispararse. Si no cambian las reglas del juego, las instituciones internacionales, el vergonzoso mercadeo de armas, los intereses de las grandes multinacionales, si las relaciones internacionales no se establecen en base al respeto a los derechos humanos, seguirá habiéndola siempre.
Estuve en Somalia en 1995, cuando los americanos y Naciones Unidas se marcharon. Éramos varios compañeros y nos preguntábamos ¿ahora qué va a pasar en Mogadisio?. Había grupos armados por todas partes. ¿Cuál es su balance de los últimos 15 años?. Naciones Unidas, Estados Unidos y la Comunidad Internacional abandonaron el país y aquello se ha convertido en una guarida de piratas, hartos que otros piratas pesqueros, con desechos nucleares, etc… invadan su territorio. No se cuenta que -aprovechando este caos- hay residuos tóxicos salidos de occidente lanzados al mar dentro de sus aguas jurisdiccionales.
No obedezco ni a intereses políticos ni partidistas. Terminar con las guerras sería muy fácil
* “Trata a los demás, como te gustaría que te tratasen a ti”. Cuando actúas bajo estas pautas filosóficas ¿No piensas que la gente te puede considerar débil, platónico o al menos vulnerable…?
Si te consideran así porque mantienes un comportamiento social determinado, es sólo problema suyo. Ante la bolsa de mediocridad generalizada que vivimos, las sociedades necesitan gente solidaria con sus semejantes. Es difícil encontrar valores en los demás. La gente necesita héroes y los adopta de “pacotilla”. La mayor parte son de papel, de la música, del cine, etc… Al final te das cuenta que existe una enorme manipulación mediática y que muchos se sienten sólo impactados por alguien cuando están en plena inmediatez.
* ¿El mercadeo de armas, fue el tema de tu valiente discurso durante la entrega del Premio Ortega y Gasset, que tanta polémica suscitó?. Como fuiste capaz de decir eso ¿No te cortas ante nadie?
 
Lo sorprendente es que la gente se asombre por cuatro cosas -bien dichas- en cuatro minutos. Hasta última hora pensé y repensé si lo iba a leer. La gente me daba igual. Me hubiera gustado la presencia del Presidente del Gobierno para decírselo directamente a la cara. Yo no obedezco ni a intereses políticos ni partidistas. Cualquier persona que pronuncie un discurso con motivo de un premio, lo lógico es que haga balance sobre qué pasa en la sociedad y qué ocurre en este universo que vivimos. El problema es que la mayoría se improvisan para salir al paso y son absolutamente banales. Entonces, un día te saltas el guión previsto y… Había otros premiados, y el mío -con todo ello- no fue el más duro. Una reportera mexicana -Sajuara Martínez- había recibido un premio por investigar la pederastia en su país. Hizo un discurso brutal contra la línea de flotación de Prisa. Aunque no citó explícitamente el nombre, dejó muy claro que había medios de comunicación que aceptaban prebendas antes de hacer crítica. Estaba en el escenario mientras hablaba. A mi lado estaban todos los prohombres de Prisa y me decía: ¿qué estarán pensando?. Fue contundente, pero como la gente no sabe leer entre líneas, no lo entendieron.
 
* ¿Qué papel desempaña la cultura y qué clase de educación estamos proporcionando a nuestras futuras generaciones?
 
Una de las cosas que intento -no imponer, pero si influir- cuando realizo una exposición sobre conflictos, guerras y víctimas, es que alumnos de colegios vayan a verla porque yo ya he dejado de creer en los hombres. Las personas como nosotros ya no tenemos mucha confianza. Desde un punto de vista moral y ético, terminar con las guerras sería muy fácil. Empecemos acabando con los negocios armamentísticos. Establezcamos que nadie se podrá beneficiar de una transacción económica de forma ilegal ni corromper a un gobierno. Nadie podrá llevarse el petróleo, ni los diamantes, ni el cotan a precio de saldo. Porque es esto lo que motiva las guerras. Lo qué pasa es que esto haría perder riqueza a las grandes multinacionales y a países como Francia, EEUU, Japón o Rusia. Tendrían menos negocio, por supuesto, pero habría otras naciones que se beneficiarían, y el mundo estaría más equilibrado. ¡Fíjate si es fácil acabar con la guerra!.
   
Mis mejores amigos están muertos, si no estaba con ellos fue casualidad. La única verdad de la guerra son la víctimas, todo lo demás es bazofia
 
* Que piensan tu familia e hijos de que permanentemente arriesgues la vida para intentar concienciar a los ciudadanos sobre los efectos devastadores de las diversas tragedias bélicas que afectan al mundo?
No me gusta el foco mitómano. Los peligros que puedo vivir en un conflicto armado son inherentes a la lógica del mismo. Si vas a una guerra y están bombardeando, una bomba te puede caer encima como a cualquier ciudadano. Llevo muchos años trabajando en zonas de guerra y te diré algo que lo explica todo: mis mejores amigos están muertos y en muchos casos si no estaba con ellos en ese instante fue por casualidad. Su muerte y mi vida son sólo algo producto del azar.
 
* ¿Porqué has elegido la guerra como escenario de trabajo y de tus impactantes imágenes?
 
Cuando los historiadores buscan periodos en que no ha habido contiendas, tienen dificultades para encontrarlos. El hombre no puede vivir sin guerras, le gusta matar y se divierte con ello. La guerra sepulta lo mejor del ser humano: personas que mueren por no matar o no hacer daño ajeno, quienes se arriesgan a morir para evitar que maten a vecinos escondiéndolos en sus casas, etc… Uno encuentra esa dicotomía entre el hombre brutal, asesino, criminal, violador y el que se defiende con dignidad del dolor. Me gusta mucho el trabajo que realiza de John Berger porque logra contar las cosas de otra manera. No he sido nunca un mitómano de la guerra. A partir de 1996, empecé a buscar otro modo de transmitirla porque era imposible sensibilizar con lo que estábamos haciendo. De este modo, al final acabe sentando mi proyecto. La única verdad incuestionable de una guerra son las víctimas. El resto es auténtica bazofia. Empiezan sin saber cómo y la mayoría que encuentras en los campos de batalla no sabe porqué. Siempre pregunto con insistencia -tanto a adultos como niños- porqué combates, porqué hay guerra en tu país. Y responden: aquí había paz y de repente llegó, se instaló entre nosotros y nos hemos acostumbrado a ella. Cuando vas a un sitio conflictivo te encuentras con el absurdo de la guerra, los dramas personalizados en seres humanos, y un impacto en la vida de estas personas muchas veces -no instantáneo- sino por décadas, te hace sentir mal, cabreado, embrutecido porque esas cosas ocurran. Te sientes disgustado con la clase política y con la gente que utiliza la guerra para beneficiarse y ganar dinero. El mundo en que vivimos es muy poco amable con centenares de millones de seres humanos. Lo sorprendente es, que mucha gente piensa, que éste es el mejor mundo.
    
La información crítica no existe y los medios van a las Cumbres a buscar titulares: la mayoría no se creen lo que dicen
 
* ¿Cómo definirías las Cumbres de Mandataros que se celebran anualmente -la última en New York- para estudiar el estado de cumplimiento en que se encuentran los Objetivos del Milenio marcados por Naciones Unidas?
Lo ocurrido en 2010 con todos los principales mandatarios en New York, quien no lo vea con auténtica seriedad, sencillamente es un cínico. Al final reconocen que no han cumplido los Objetivos del Milenio y se lavan las manos. Es vergonzante. No van a hacerlo con  ninguna de sus promesas, como no lo han hecho con las anunciadas cuando el terremoto de Haití (apenas ha llegado un 20% de lo prometido), ni con las marcadas cuando el Tsunami y tampoco con la asistencia prometida a Pakistán tras sus últimas inundaciones. Y los medios de comunicación en vez de hacer autocrítica se dedican a convertirse en portavoces. La información crítica no existe. Van a buscar titulares y la inmensa mayoría no se creen lo que dicen, porque saben sobradamente por experiencia que es mentira.
 
* ¿Cuál es la foto que aún te falta por hacer? ¿Te gustaría algún día retratar la paz?.
 
No lo sé. Lo he gestionado mucho mentalmente y la verdad es que me produce tanto dolor e impacto, que algo de mi siempre muere para siempre. Al final he de buscar mis propios equilibrios emocionales. Lo que hago normalmente en un país -como El Salvador, donde se firmó la paz en 1992- me voy a ver cómo de repente los que estaban matándose se juntan y dicen: ¡ahora ya estamos en paz!. No es que la guerra haya acabado porque se ha arbitrado la paz, porque sus consecuencias se pagan a largo plazo. Pero por lo menos ya no se disparaban. Cuando estuve en los Balcanes después de tantos años viendo a gente morir, me fui al firmarse la paz. Allí me encontré con personas que habían vivido en guerra tanto tiempo, que se sentían felices porque había llegado el momento en que podían salir a la calle sin pensar que los podían matar. He visto cómo llegaba la paz en seis países. La definitiva y final, bueno… llevamos 8.000 años de historia con guerras y no hemos sido capaces de tener periodos de paz nunca.
 
* Cómo contemplas al público que visita tus exposiciones. Piensas que tus imágenes testimoniales influyen de alguna manera en tus espectadores.
 
Muchas veces acudo a mis propias exposiciones de forma anónima y he visto a gente llorar. Si no lo hacen ante determinadas imágenes, pienso que tendrían que irse al psicólogo. Lo que me interesa es saber qué van a hacer cuando atraviesen el umbral de la puerta. La mayoría NADA (con mayúsculas y en gigante). El impacto que de mis fotos en esas conciencias es circunstancial. Dura a veces un minuto. Sales a la calle, giras, te metes en una tienda, te compras no sé que, llegas a casa, entras en la vida cotidiana, te vas al trabajo e igual te acuerdas y comentas al compañero “ayer vi una exposición de perico de los palotes” y ahí se queda. Si no te enterneces ante el sufrimiento, si no te dejas influir y no te impacta el dolor del otro, si no te sientes identificado con esas realidades algo no funciona en tu cabeza. Es normal que la gente llore al ver mis imágenes.

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Javier Julio García Miravete

Escribo luego existo. Me apasiona la cultura y soy un empedernido luchador contra la injusticia y la corrupción. Admiro la sabiduría de los demás y a cuantos crean para la construcción de un mundo mejor. No me duelen prendas para reconocer en los demás méritos y virtudes, que me gustaría aprender de ellos. Soy un rebelde con causa siempre abierto a nuevos caminos y empresas. Periodista amante de la ciencia, el arte, la literatura, la fotografía, el cine, la música, el coleccionismo, los libros y papeles antiguos que me permiten reconstruir perfiles e historias de otros tiempos. Sueño con proyectos magníficos que me desbordan y que no logro activar por desintereses políticos. Desde aquí impongo mis normas sin someterme a protocolos. Escribo lo que quiero como quiero e intento ser libre.

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