«125 años de Mahou. Historia de una dinastía cervecera», tres años de investigación (I)


Apenas conocía el sabor de algunas variedades de Mahou, cuando -hace ahora tres años- me fue encomendada la tarea de indagar y escribir una historia de la Familia Mahou, para conmemorar el 125 aniversario de la entidad. Siglo y cuarto de cerveza, pero casi dos siglos desde la llegada del francés Casimiro Mahou Birhans y la creación de sus primeras sociedades.

Por segunda vez en mi vida, un miembro de la saga cervecera apostó seriamente por mí, abriéndome -esta vez- de par en par las puertas de su compañía. Los dos directores generales, me autorizaron con sus firmas para acceder a todo tipo de documentos, incluidos aquellos “clasificados” y amparados por la Ley de Protección de Datos.

No sólo eso. Mahou aceptó también mis exigencias profesionales, que -en esencia- consistían en medios suficientes para este cometido, y total libertad durante la investigación y redacción del libro: “125 años de Mahou: Historia de una dinastía cervecera”.

CONFIANZA EMPRESARIAL, UNA DESCONOCIDA HISTORIA FAMILIAR, CESIÓN DE DERECHOS, UNA TESIS DOCTORAL, GUÍA TELEFÓNICA, Y RECONSTRUCCIÓN GENEALÓGICA MEDIANTE NECROLÓGICAS

Algo insólito en una empresa, cuyos propietarios se caracterizan por su extremada prudencia, discreción y lejanía de los medios.

Semejante “destape” generacional, representaba para mí un inusitado ejercicio de transparencia familiar. De este modo, me sentí legitimado para tirar de cuantos hilos fueran surgiendo, rescatando y reconstruyendo una trayectoria familiar y empresarial lo más fiel posible (100% documentada) sustentada en los acontecimientos políticos de cada momento histórico. Una investigación periodística que -a medida que avanzaba- resultaba más apasionante.

Ante la inexistencia de documentos, en el año 2004 la compañía hizo un amago de investigación documental (Intermedia Comunicación Visual S. L.) que reportó varios contactos y algunos datos interesantes, aunque nada sobre la “prehistoria” de la empresa cervecera.

Recién concluido mi compromiso con Mahou, estoy plenamente convencido que he hilado bastante fino. Nadie sabe las horas empleadas, ni mi aislamiento social, ni mi desgaste visual (y tampoco les importa) durante este trienio. Ni tampoco mi profunda “soledad” uniendo cabos y despertándome en mitad de la noche, para anotar alguna idea surgida entre sueños.

Dicen quienes me conocen que cuando adopto un tema, lo convierto en mi obsesión. Yo creo que se trata únicamente de una vocación y búsqueda constante del conocimiento. Saber eso que desconocen otros me produce una sensación de profunda ansiedad y emoción. Desde que comencé mi pasión por la investigación del Dr. Patarroyo, siembre he creído que más pequeños que las moléculas son los átomos, y aún más diminutos los electrones, protones y neutrones. Todo esto sin meterme en ámbitos de la física que desconozco como la antimateria, los fotones, los rayos gamma, etc.… Son estos parámetros los que intento aplicar a cualquier investigación “científica” de la historia.

Haber consultado más de doscientos mil documentos de 130 archivos provinciales, regionales, nacionales e internacionales, y haber adquirido a anticuarios y coleccionistas, valiosísima documentación dispersa: cartas, facturas, revistas y periódicos, fotos, folletos, etiquetas, envases, carteles publicitarios, cajas de madera, y diversos artilugios relacionados con la familia Mahou en las numerosas entidades ajenas al ámbito cervecero donde -de una u otra forma- tuvieron especial protagonismo, me ha convertido en el depositario y mejor conocedor en España de esta saga familiar y empresarial.

Recuerdo una anécdota con Juan Bravo, letrado de Mahou-San Miguel. Tras entregarme el primer borrador de contrato. En él constaté que había tres páginas conteniendo cláusulas de confidencialidad. Ante tal redacción, le pregunté que si la empresa fabricaba cerveza o armas de destrucción masiva. Sonriendo mi broma, respondió que Mahou iba a poner en mis manos la lista de accionistas, etc.… y claro… Lo cierto es que a la larga no fue así. En realidad ocurrió totalmente al contrario. Fui yo quien obtuve y puse todos esos y otros muchos datos (retrotrayéndome a varias generaciones anteriores) en manos de la empresa.

Ningún mérito por mi parte -salvo el de buscarlos y encontrarlos- dado que todos son públicos y constan en el Registro Mercantil, la Comisión Nacional del Mercado de Valores, etc… Hace muchos años que trabajando en informativos de Telecinco, aprendí a acceder a estos ficheros y me aboné online a ellos. También descubrí publicaciones con tiradas muy restringidas (y caras) como el libro anual  “¿Quién es quién en España?” o la entidad que -periódicamente- se encarga de renovar los distintos ficheros de altos cargos en la Administración del Estado.

A cambio de esta confianza, cedí a Mahou-San Miguel los derechos de edición, explotación, traducción, etc.… concernientes a esta obra, salvo (propiedad intelectual) figurar como autor de la obra, ser citado en cualquier publicación de la compañía (impresa, radiofónica, televisiva, documental, cinematográfica, etc.…) y supervisar cualquier texto, cuña o guión inspirado en mis -hasta ese instante- desconocidos aportes históricos. También, un seguimiento y supervisión en la maquetación y selección previa de documentos, imágenes y fotografías de apoyo para ilustrar tan laboriosa y entusiasta investigación.

Aunque en algunos ámbitos existen “negros” profesionales, que escriben para que otros se atribuyan la autoría (se publicitan en numerosas páginas de Internet y son bastantes los casos descubiertos entre escritores consagrados), el compromiso que Mahou y yo suscribimos ha sido siempre como periodista de investigación, escritor y autor de la obra.

Digo esto, porque -avanzada la investigación- hubo quien (tras haber reportado muchos documentos, fuentes y objetos diversos de los siglos XIX y XX) intentó recortar mi permanencia e impedir que mencionara este trabajo en mi Curriculum Vitae de la red Linkedin.

Para llevar a cabo este trabajo hubo que partir prácticamente de la nada. Apenas un meritorio libro (tesis doctoral) con demasiados errores y plagado de cuadros, estadísticas y cifras numéricas (tomadas del Archivo Regional de la CAM), repleto de opiniones personales, conjeturas y datos desordenados. Un texto prácticamente “ilegible” para profanos, donde al final aparece un escuetísimo “boceto genealógico”. Ni nacimientos, ni enlaces, ni óbitos, ni parentescos. Nada, salvo algunos descendientes de la única rama prevaleciente en la empresa.

A estas dificultades, se añadían otras como la costumbre generacional de instaurar idénticos apelativos en los diferentes tallos familiares y los matrimonios de Alfredo Mahou y Solana con Ana García, y Luis Mahou y Solana con Joaquina García. Cada pareja de esta segunda generación tuvo cuatro hijos apellidados “Mahou García”. La pregunta obvia era ¿quién era quién? ¿a que hijo de C. Mahou correspondía cada uno de estos ocho nietos?. La cosa se complicaba, porque había que buscar datos que permitieran asignar fehacientemente cada matrimonio con su correspondiente descendencia. Y después, seguir hilando con las siguientes generaciones.

Ningún hijo de C. Mahou se llamó Casimiro, pero si dos nietos suyos. Y en la misma rama, también hubo un Luis Mahou y Solana (padre), un Luis Mahou García (hijo) y otro Luis Mahou García (nieto). Enrique Mahou y Solana- contrajo nupcias en dos ocasiones (tras morir su primera mujer) generando descendencia de ambos matrimonios.  Mientras, Luis Mahou García (hijo de Luis Mahou y Solana) se casó en tres ocasiones, reportando hijos en todos sus enlaces.

Estos datos ilustran, la tremenda dificultad de este trabajo, y el enorme esfuerzo investigador que me ha supuesto identificar y reconocer los avatares personales y empresariales de cada uno, para poder construir cada pieza de este enorme puzzle, y unirlas todas ellas generando una gran historia con muchas historias.

Y también conté con la guía telefónica. Puedo asegurar que llamé a cuantas personas encontré en ella con el apellido Mahou. Aunque algunas (por razones comprensibles) se negaron a colaborar, otras me brindaron su permanente apoyo y una ayuda realmente excepcional. Me recibieron varias veces en sus domicilios, e incluso se desplazaron de sus ciudades de residencia (portando valiosos documentos y fotografías) para pasar unas horas hablando conmigo. Me refiero a aquellos descendientes de los fundadores (ajenos a la compañía) que guiaron sus pasos profesionales por otros derroteros.

Había que crear un árbol genealógico e identificar a cada miembro de la saga, indagando en diferentes registros. Cuando llevaba algunos meses de trabajo, un chispa brotó en mí. Pensé que una familia tan importante, no podía haber permanecido exenta del interés mediático. Muchos diarios publicaban -siguen haciéndolo- necrológicas (peticiones de mano, puestas de largo, enlaces y eventos sociales) de renombradas personalidades sociales. De este modo surgió en mí un progresivo interés necrófilo.

Lo más importante era localizar los óbitos, porque de estas reseñas mortuorias, podría obtener nombres de cónyuges, hijos, (hijos políticos), nietos, edad del fallecido (para poder ubicar su año de nacimiento) etc.… Y ¡bingo!. Primero indagué en ABC por ser el decano de los diarios españoles. Luego -bastante más tarde- descubrí que la Hemeroteca Nacional tenía digitalizados sus fondos, y mucho después que el Ministerio de Cultura mantenía un archivo de Prensa Histórica. Unos ciento ochenta mil registros con el famoso apellido cervecero, de los que obtuve todas las esquelas y necrológicas desde la primera generación (Hijos de Casimiro Mahou) con sus fechas y también nombres y apellidos de sus cónyuges, descendientes y familia política. Además, me suscribí a dos portales de genealogía y reporté a este árbol generacional, varios antecedentes familiares franceses del fundador. ¡Hubo que hilar muy fino!.

DEL PRIMER MAHOU A LA RAZÓN SOCIAL HIJOS DE C. MAHOU, MÚLTIPLES INTERROGANTES  Y CÁBALAS, CONSTANTES “RETROCESOS”, ERRORES EN LA RED, ARCHIVEROS POR DOQUIER, UNA HISTORIA CRONOLÓGICA, NINGUNA OPINIÓN Y MUCHA INFORMACIÓN  

A efectos empresariales apenas se sabía que eran “Hijos de Casimiro Mahou (Birhans)” y sólo se hablaba de esta social regular mercantil. Pero ¿quién era este señor? ¿cuáles fueron sus primeros negocios y empresas en España? ¿cuántos hijos tuvo, como fue su formación y qué papel desempeñó cada uno en esa sociedad regular mercantil? ¿circunstancias históricas en que surgió y posiciones empresariales de cada uno?. Y así, todo un -larguísimo- etcétera de interrogantes.

Desde el primer momento, tuve claro que había que hacer un ejercicio de memoria retrocediendo en el tiempo más de 170 años. Un trabajo difícil que me obligó a estudiar una historia -la de mi propio país- que desconocía por completo. Había que empezar por el principio, partiendo y siguiendo un estricto orden cronológico.

Con el tiempo, invertí mi concepto inicial: ¿porqué no contar la historia de Madrid, de España y del mundo tomando como referentes a esta saga familiar?. Difícil, pero no imposible. Permitidme, amigos lectores, resumirlo de forma sucinta en un puñado de interrogantes. “¿Porqué en 1852 -tras el golpe de Estado de Napoleón III que derrocó la Segunda República y proclamó el Segundo Imperio francés- un pintor de brocha gorda -de familia acaudalada- vino a la villa madrileña, instalándose en ella y creando una serie de negocios sustentados en la importación europea de materias primas y tecnología?” “¿Cómo influyeron los diferentes gobiernos, ediles madrileños y acontecimientos coloniales de nuestro país en esta historia empresarial?” “¿Qué participación política y sindical jugaron algunos Mahous para defender sus reivindicaciones patronales y empresariales?” “¿Qué repercusión tuvieron las dos guerras mundiales y la guerra civil española en la sociedad Hijos de C. Mahou?”. “¿Tras la dictadura de Franco, y aislamiento internacional, qué papel desempeñó la familia Mahou en la defensa de los intereses del sector cervecero, y cuál fue el que jugaron Portugal y Argentina en el envío de cereales, y a cambio de qué?” “En una sociedad machista -la de entonces- mucho se ha hablado de los hijos varones, pero ¿a qué se dedicó y qué labor desempeñó la única hija de los fundadores”.

La cosa se hacía cada vez más difícil. Además de investigar y escribir, había que estudiar historia. Compré diversos libros sobre callejeros antiguos de Madrid. Me llevó varios meses averiguar que el edificio adquirido por el fundador en la madrileña Plazuela de San Juan la Nueva 6 era en realidad la famosa fábrica de Amaniel. Lo hice -me lo hicieron- superponiendo (mediante un programa informático) uno sobre otro, los diversos planos topográficos que fui obteniendo de estas publicaciones.

También obtuve valiosa información sobre las diferentes fases en la construcción de la fábrica del Paseo Imperial, que me proporcionó la Fundación Colegio de Arquitectos y Aparejadores de Madrid (FUCOAM). Mi agradecimiento al arquitecto del servicio histórico de esta entidad, Alberto Sanz Hernando.

De los previos a la fabrica de cervezas no existía nada de información en la compañía (salvo una factura de la fábrica “El Arco Iris” (fechada en junio de 1864) propiedad del primer Casimiro Mahou (francés), enmarcada y colocada en un despacho presidencial). Hubo que hurgar en el Archivo de la Villa, y otros más desconocidos. De este modo, descubrí que la familia Mahou había impulsado y participado en varias exposiciones nacionales e internacionales y obtenido galardones (medallas de oro) con negocios anteriores al cervecero. Examinando una letra de cambio en el Archivo Regional de la CAM, aprecié que estaba ilustrada con tres medallas, cuando en la documentación, carteles y murales tradicionales tan sólo aparecían dos.

De este modo, fui a indagar sobre ese desconocido galardón, recalando en la Torre de los Lújanes, edificio civil más antiguo de Madrid (Real Sociedad Matritense de Amigos del País). En sus bellísimas estancias (abiertas al público apenas cuatro horas a la semana), alberga un magnífico Archivo Histórico regido por Fabiola Azanza, a quien -como a otros muchos archiveros- debo mi máxima gratitud por su ayuda para obtener unos documentos excepcionales, alusivos a este premio otorgado “A Viuda e Hijos de C. Mahou”.

Y así -poco a poco- fui reconstruyendo entre voluminosos libros (buscando autores con ideologías dispares) los diferentes ciclos históricos de nuestro país (y de Europa) en los últimos 180 años, intercalando la intensa documentación, publicaciones, etc… que me iba llegando de las diferentes entidades archivísticas a las que me dirigía.

De este modo, pase de no saber nada “de mi propia historia” (la de mi propio país), a adquirir “pequeñas nociones”, que me permitieron entender muchos aspectos del ámbito empresarial y comportamiento familiar de los industriales madrileños. Además, pude crearme un criterio ideológico político más equitativo.

Confieso que mi amigo y mandatario Mahou, me había sugerido dar un aire más cronológico, periodístico y literario a la tesis doctoral (Editorial Lid) de Constanza Laguna Roldán y su profesor José Luís García Ruiz. Me costó casi dos meses leer este libro. Aunque inicialmente pensé que “lo sabía todo”, tras llegar a su punto y final -y en base a esa libertad absoluta que inicialmente reclamé y obtuve- decidí hacer caso omiso a la recomendación de mi jefe. Además de aburrido y carente de interés, plagiar (o corregir el estilo) de un trabajo que no me pertenece y apropiármelo me parece indigno (una auténtica lacra dentro del mundo editorial y periodístico). Además, era el segundo proyecto más importante de mi trayectoria periodística y el primero también lo pude hacer gracias a él. No era cuestión -sencillamente- de “hacerlo”, sino que había que “hacerlo bien”.

Para ser autor de m propia obra, necesitaba realizar mis propias pesquisas y aportaciones periodísticas. En estos trabajos siempre he tendido a la soledad, porque los tramites burocráticos me abruman y muchas veces me hacen perder mucho tiempo. A lo largo de mi vida profesional he conseguido importantes primeras páginas en diarios de tirada nacional, y la investigación periodística siempre me ha apasionado. Si fui capaz sin permiso de muchos protagonistas, cómo no iba a serlo con el beneplácito de Mahou.

A medida que avanzaba, me dí cuenta de los numerosos errores contenidos en la aludida obra -que decidí descartar- continua y reiteradamente repetidos en los diferentes portales de internet. La razón es sencilla y llana: no hay otra publicada, y todos los artículos y post en la red están copiados de ella. Algunos cuentan con la honestidad de mencionar su procedencia y otros (por desgracia la mayoría) no. Finalmente, opté por centrarme en indagar y reconstruir “mi propia historia de Mahou”.

En la CAM recopilé a destajo, cuanta información contenida en los diferentes legajos, llamó mi atención, para después ordenarla cronológicamente y -poder así-reconstruir un decorado real y cotidiano de la trayectoria familiar de Mahou.

La carencia inicial de datos me llevó a recurrir a la Fundación Telefónica donde Reyes Esparcía (Responsable de Patrimonio Histórico Tecnológico) me proporcionó guías de 1926 a 1935 donde aparecían los números y direcciones de las diferentes dependencias públicas de Mahou. En 1926 con una consonante (sucursal donde correspondía ese abono) y cuatro dígitos numéricos, y a partir del año siguiente 1927, ya sin esta consonante y cinco cifras. De este modo, pretendía ubicar -al menos en su año correspondiente- diferentes membretes, etiquetas y resguardos -sin fecha- que contaba en mi haber.

Cuando tenía redactadas seis partes (y ya entregadas en Mahou-San Miguel) surgieron nuevos y relevantes aportes periodísticos concernientes a tan desconocidas fechas, que me obligaron a rehacerlos hasta en cuatro ocasiones. Había mandado media docena de bloques, y meses después “repetía” el “mismo” envío. A veces, trabajaba a tres bandas, porque las diferentes historias de unos y otros, afloraban simultáneamente en mi cabeza y había que ir ensamblándolas y extrayendo datos de las carpetas alojadas en el escritorio de mi ordenador.

Quiero decir a mis lectores, que cada parte está integrada por diez epígrafes, con una extensión aproximada de dos folios y medio cada uno (Arial 10 texto y Arial 8 citas, e interlineado sencillo).

No hay -en él- nada de opinión y si mucha información. En este trabajo ha prevalecido mi condición periodística sobre cualquier ideología. Aunque mi obligación hubiera sido ponerme del lado de la empresa, no ha sido así. La historia ha surgido por sí sola, y puedo aseguraros que es fantástica. Permitidme arrogarme aquella famosa frase de Ramón de Campoamor: “En este mundo traidor nada es verdad ni mentira, todo depende del cristal con que se mira”. A medida que avanzaba, disfrutaba más de la investigación.

Tras haberla “concluido” estoy plenamente convencido que la trayectoria impulsada por la familia Mahou se encuentra entre las más importantes y ejemplares en la historia empresarial de nuestro país. Y eso lo denota, no sólo su constante crecimiento, sino su liderazgo y posicionamiento como primera cervecera de España. Yo he hecho mi parte y serán otros quienes deban hacer la suya “opinando” al respecto.

VEINTICUATRO HORAS AL DÍA DEDICADAS A MAHOU, “DESCUBRIMIENTO” DEL ARCHIVO DE LA CAM, TRADUCCIONES MUY SILENCIOSAS, EXPOSICIÓN, DIGITALIZACIÓN DE FONDOS Y ENTRADA DE MAHOU EN EL CONSEJO DE ARCHIVOS, SELECCIÓN DE LA PIEZA DESTACADA, Y CONFERENCIA DE CLAUSURA

Portales de Internet (quedan pocos post con la palabra Mahou, que no hayan recibido mi visita), web dedicadas a genealogía, estudios antropológicos sobre el apellido, contactos con cuantos Mahous aparecían en cualquier guía telefónica, etc.… Archivos de toda índole dentro y fuera de España. Entidades oficiales locales, municipales, regionales, nacionales e internacionales. Y mucho -¡mucho!- trabajo.

Con el tiempo, fui nutriendo el exiguo Archivo Histórico de Mahou de un valioso material (documentos y objetos de época anteriores a la cervecera, primeras botellas y etiquetas, fotos, albúminas, prensa histórica, catálogos de entidades participadas por la familia, audios, transcripciones, etc…).

Al mismo tiempo “descubría” el Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, con sus valiosos Fondos Mahou. Una irrepetible documentación perdida por la empresa y rescatada por los archiveros de la CAM. Durante varios meses, fue mi lugar de trabajo con jornada intensiva, desde su apertura hasta su cierre.

Mientras, aportaba toda suerte de copias extraídas de sus numerosos legajos, a alguien de la compañía se le ocurrió digitalizar esos fondos. Pensaba que podría hacerlo el responsable del recién creado Archivo Histórico, llevando un scanner y dedicando a ello unos cuatro meses. Ya había sido advertido por mí. Nada más equivocado, ni lejos de la realidad.

Semejante proyecto requería el trabajo permanente de una persona durante más de cuatro años, y la entidad cervecera no podía “prescindir” un trabajador de Alovera (Guadalajara) durante todo ese tiempo. Para ello, contrató a un becario. Por esas fechas, ya llevaba “residiendo” en el Regional unos siete meses, había trabajado sobre más de doscientos legajos de los trescientos cincuenta existentes y conocía a casi todos los responsables de la institución.

En una ocasión Juan Bravo, letrado de Mahou, me preguntó si toda está labor de investigación, ordenación de datos y redacción la iba a realizar sólo, o con ayuda de alguien. La respuesta era obvia. Me gusta controlar la información y para este tipo de trabajos siempre he sido muy individualista. Intento aprender de lo que escribo.

No obstante, había partes que inexorablemente escapaban a mi capacidad intelectual y conocimiento. Además de trámites burocráticos, con instituciones galas (mediante internet y llamadas telefónicas), muy silenciosa fue la traducción de documentos históricos redactados en francés y alemán. Pretendía evitar a quienes aprovechaban la mínima, apelando a una vulneración de la “confidencialidad”. Recurrí a dos buenas amigas, que pusieron sus segundas lenguas a mi disposición. De ellas -y gracias a ellas- obtuve valiosa información documental.

De repente, una idea brotó en la Dircom de Mahou-San Miguel. ¿Porque no aunar vínculos entre la cervecera y la CAM, organizando una exposición sobre su historia y exhibiendo una selección de la abundante documentación (Fondos Mahou y Martín Santos Yubero) custodiada en el archivo autonómico, trayendo además algunas piezas (mobiliario, envases, mosaicos, algún cartel, bitácora del maestro cervecero, etc.…) rescatadas en la fábrica Mahou. De este modo, ambas instituciones firmaron un protocolo para digitalizar los fondos históricos salvaguardados en esas dependencias públicas.

Además, sirvió para integrar a un representante de Mahou en el Consejo de Archivos de la CAM. De este modo, David Mateos (una de las tres personas receptoras de cuantos documentos, fotos, envases, cajas, artilugios, fuentes y borradores), entró en esta organización archivística.

Aunque era yo quien controlaba toda esa historia, mi cometido me impedía abandonar la meticulosa investigación que estaba llevando a cabo y que constantemente reportaba importantes datos y cubría lagunas históricas en el incipientemente creado Archivo Histórico de Mahou. Además, había una fecha tope para entregar mi manuscrito: ¡quedaba mucho trabajo, poco tiempo y debía entregar resultados!.

Dicha muestra fue inaugurada por el Vicepresidente de la CAM Ignacio González y el Presidente de Mahou: Juan Gervás, y abierta al publico desde el 25 de octubre al 10 de noviembre de 2011.

Para ella, la Directora del Archivo Histórico de la CAM Nieves Sobrino, me pidió seleccionar la pieza más destacada que hubiera descubierto durante mi investigación, para colocarla en una vitrina especial. Indagando en los libros contables de la primera fábrica de barnices y pinturas, descubrí el nombre Benito Pérez, e intuí que se trataba de Galdós. En sus obras, “Fortunata y Jacinta” y “Miau” (que leí de principio a final) alude a las Plazas de las Comendadoras, de los Guardias de Corps y diferentes calles (Amaniel, Monserrat, Conde Duque, Alberto Aguilera, etc…) comprendidas en el perímetro del histórico edificio neo mudéjar. Además, Galdós era un entusiasta del dibujo, y en “El Arco Iris” (de la familia Mahou) adquiría material que destinaba a sus lienzos y pinturas.

Además, el Subdidirector General de Archivos de la CAM, Antonio González Quintana, me invitó a clausurar, inaugurar” -el 10 de noviembre de 2011- la muestra, dictando una conferencia en el Salón de Actos. A ella asistió la plana mayor de la familia Mahou, y sus principales directivos.

Como durante un año de trabajo, mi labor se había centrado buscar datos anteriores a 1890, año natal de la fábrica cervecera, diserté sobre una historia totalmente inédita y desconocida (incluso para la propia familia), reportando documentos sobre diversos premios nacionales, participaciones en exposiciones y reconocimientos internacionales, otorgados a la primera generación española de Mahous, fabricantes de pinturas y hielo).


Javier Julio García Miravete

Escribo luego existo. Me apasiona la cultura y soy un empedernido luchador contra la injusticia y la corrupción. Admiro la sabiduría de los demás y a cuantos crean para la construcción de un mundo mejor. No me duelen prendas para reconocer en los demás méritos y virtudes, que me gustaría aprender de ellos. Soy un rebelde con causa siempre abierto a nuevos caminos y empresas. Periodista amante de la ciencia, el arte, la literatura, la fotografía, el cine, la música, el coleccionismo, los libros y papeles antiguos que me permiten reconstruir perfiles e historias de otros tiempos. Sueño con proyectos magníficos que me desbordan y que no logro activar por desintereses políticos. Desde aquí impongo mis normas sin someterme a protocolos. Escribo lo que quiero como quiero e intento ser libre.

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