Test detector del cáncer ¿americano o colombiano? Cifras «coincidentes». Imperio vs Patarroyo


El pasado 2 de junio, la portada del diario El Mundo me sorprendía con una noticia sanitaria que conocía desde hace varios años: “un análisis de sangre detecta el cáncer antes de que el tumor se forme”. Hacía más de una década que el Dr. Manuel Elkin Patarroyo había comenzado en el amazonas una prueba serológica de estas características con mujeres víctimas del conflicto armado y con escasos recursos.

Pero no era -lo intuía- al Premio Príncipe de Asturias colombiano a quien se referían, sino a sus principales competidores y rivales científicos. Concluí una lectura que me dejó boquiabierto con auténtica estupefacción, recalando en una cifra al final del artículo que estos investigadores habían reportado. 8.000 participantes. Coincidía milimétricamente con el número de beneficiarios de la última ayuda solicitada en 2009 a la AECID, para la continuidad de un ensayo similar, por el colombiano y que le fue inexplicable e inexplicadamente rechazada.

La frase genial con que cada día ilustra este rotativo sus portadas, me llamó poderosamente la atención. El clérigo inglés y coleccionista de arte Charles Caleb Colton (1780-1832) escribía: “muchos son sinceros cuando dicen que desprecian las riquezas, pero se refieren a las riquezas de los demás”.

Más de 18.000 mujeres “analizadas” en Colombia y apenas 8.000 en Reino Unido y USA

Unos datos que el 14 de junio de 2009, con el título “un nuevo método serológico para la detección temprana de lesiones asociadas a cáncer de cervíx” el premio Príncipe de Asturias colombiano mostró ante sus colegas en el Auditorio Cesar Augusto Pantoja de Bogotá. Hacía más de una década que la FIDIC (institución que dirige) trabajaba en este novedoso test diagnostico, orientando sus resultados a la consecución de una vacuna contra una enfermedad que -según la OMS- mata anualmente a 250.000 mujeres.

El cáncer de cuello uterino es el segundo más frecuente en mujeres. Anualmente sus cifras superan el medio millón de contagios.

Tan sólo durante el año 2008 el grupo colombiano había realizado este tipo de análisis a 12.860 mujeres. Una cifra que se incrementó en otras 2.310 durante el primer trimestre de 2009, a la que -hasta finales de este año- se sumaron otras 3.500 más. (http://investigacionsolidariasadar.org/video2.htm).

Los números de Patarroyo estaban en torno a las 18.670 mujeres diagnosticadas a finales de 2009. Y ahora resulta que en junio de 2010 los ingleses y norteamericanos irrumpen a bombo y platillo en las portadas internacionales con 8.000 extracciones sanguíneas para detectar cáncer de pulmón. A este paso cualquier día acaban descubriendo también la vacuna antirrábica (¡Pobre Pasteur!).

Subvención de 800.000 € a Patarroyo por la AECID, y nueva petición de ayuda en 2009 “inexplicadamente” denegada

Con apoyo de Caja Navarra y la asociación de investigación solidaria SADAR, el grupo científico liderado en Colombia por Patarroyo había reportado unos resultados tan espectaculares como esperanzadores. Unos datos que en 2008 llevaron a la AECID a concederle una Convocatoria Abierta y Permanente (CAP) por importe de 800.000 euros.

Al mismo tiempo y a la vista de sus resultados, esta entidad pamplonica capitaneada por el ex rector Antonio Pérez Prados, obtenía el premio anual 2008 otorgado por la asociación contra el cáncer de cuello de útero en España (ACCUDES).

Solicitud por importe de 1.000.000 de euros que cursó nuevamente en el segundo procedimiento del 2009 (Código: 09-CAP2-1521) y que pese a sus datos y puntuales justificaciones contables, le fue “inexplicable e inexplicadamente” denegada. Llevaba por título: “Validación de una prueba sexológica para la identificación del VHP en 8.000 mujeres colombianas víctimas del conflicto armado y de escasos recursos, con el monitoreo preciso de 2.500 mujeres cada seis meses”.

El Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica más joven de la historia estaba feliz porque nuevamente -tras la traición infligida bastantes años antes por el epidemiólogo Pedro Alonso y sus cortesanos del Reino Unido y Norteamérica y el “saqueó” que éstos le propiciaron- España volvía a involucrarse institucionalmente en su trabajo.

Un vergonzoso expolio científico, como en el caso de su vacuna contra la malaria Spf66, la mejor de la historia (hasta que los norteamericanos fabricaron una réplica mal polimerizada que utilizaron para desacreditarle internacionalmente y tratar de apartarle del panorama palúdico internacional. Pero este tema es harina de otro costal, que en su momento revelará detalladamente Voces del Desierto).

Una entrevista en la Cadena Ser realizada por el periodista Pedro Fusté

Recuerdo, incluso la entrevista que el periodista Pedro Fusté realizó al investigador colombiano en la Cadena Ser (grabada también en imágenes y colgada en su web) porque yo mismo le acompañé y estuve en el estudio de la emisora del Grupo Prisa durante la misma. La pregunta fue ¿Dr. Patarroyo, y los fabricantes de tecnología para ecografías, cómo se están tomando que con una simple gota de sangre pueda detectar el cáncer de cervix o de cuello uterino?, y la respuesta fue “todo nuestro trabajo siempre ha estado orientado a la búsqueda de soluciones baratas y globales, útiles para la humanidad”.

Pero volvamos al artículo publicado por El Mundo y firmado desde Londres por Sam Lister, porque el antetítulo -¡no podía ser menos!- rezaba: “científicos británicos desarrollan un análisis de sangre capaz de identificar tumores antes de que aparezcan los primeros síntomas”. Y más adelante en negrita otro título decía: “éxito del primer ensayo en EEUU”.

¡Ingenuo de mí!. Y yo que -hasta ese entonces- pensaba que Patarroyo y su grupo de la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia (FIDIC) eran colombianos.

Enseguida lo ojeé de cabo a rabo, repitiendo varías veces mi sorprendida y desconcertante lectura. En lugar de cáncer de cervix y cuello uterino, versaba sobre cáncer de pulmón. Por supuesto, la tecnología de este reporte había sido desarrollada por una empresa norteamericana y el ensayo se realizaba “tras 15 años de investigaciones por médicos de Nottingham y de Kansas”.

Pero, mi chip saltó al final del artículo: “en la investigación han participado más de 8.000 personas en Gran Bretaña y EEUU. Sus resultados se presentarán la próxima semana en el congreso anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica, que se va a celebrar en Chicago”.

Cifras sorprendentemente coincidentes en dos proyectos “similares” rivales con resultados antagónicos

No fue que estos dos países volvieran a ignorar la cifra colombiana que supera casi en tres veces la suya, ni los reportes científicos del FIDIC al respecto que obran en mi poder. Después de más de treinta años siguiendo el trabajo de Patarroyo, uno ya está acostumbrado a estas cosas.

El imperio no sólo se cargó su Spf66 con una “falsa” fabricada por ellos y una tan bochornosa -como eficaz- tergiversación de resultados, donde no faltaron “suculentos honorarios” para retractar a algún ex discípulo suyo de sus creencias; sino que (de ésto hace menos tiempo) también quiso apropiarse del cultivo contra el sida desarrollado en Francia por el doctor Luc Montagnier (atribuyéndoselo su compatriota Robert Gallo). Por tanto, me resulta poco extraño que los mismos de siempre, pretendan presentar este método diagnóstico también como suyo.

Tampoco el motivo de que en el transcurso de mi incrédula lectura acabase brotando mi chispa fue que la afirmación de que cada fumador participante en esta prueba piloto norteamericana haya tenido que desembolsar 360 euros, mientras en Colombia el grupo científico del doctor Manuel Elkin Patarroyo las realiza totalmente gratis.

Insisto. No fue todo esto lo que más me sorprendió del artículo divulgado por El Mundo. Lo que me retrotrajo a un pasado no muy lejano fue más una cifra. El número de participantes en el ensayo norteamericano/anglosajon (8.000 personas) coincidía certera y milimétricamente, con la cantidad de mujeres colombianas (también 8.000) a quien iba destinada la petición de ayuda denegada el año pasado a Patarroyo por la AECID para la “continuidad” de un ensayo similar.

Como quiera que esta última financia el desarrollo del Centro de Salud de Manhiça (Mozambique) -que curiosamente, fue creado para desarrollar la vacuna contra la malaria colombiana “Spf66 y futuras generaciones”- gestionado por el doctor Pedro Alonso (ex discípulo de Patarroyo) desde hace bastantes años, aliado -incluso cuando “trabajaba” con él- de Inglaterra y EEUU (ver post “Pero de quién es la patente de la vacuna de la malaria, que se ensaya el Centro de Manhiça?.

Tantas cosas me empiezan a resultar ya demasiados azares del destino que en ocasiones me plantean profundos interrogantes tales cómo ¿qué gestores y altos cargos de la cooperación española reciben -continúan recibiendo- sobres opacos de ignota procedencia con cantidades en negro?. Me pregunto si serán sólo imaginaciones mías o como se suele decir: ¡cosas de la edad!.


Javier Julio García Miravete

Escribo luego existo. Me apasiona la cultura y soy un empedernido luchador contra la injusticia y la corrupción. Admiro la sabiduría de los demás y a cuantos crean para la construcción de un mundo mejor. No me duelen prendas para reconocer en los demás méritos y virtudes, que me gustaría aprender de ellos. Soy un rebelde con causa siempre abierto a nuevos caminos y empresas. Periodista amante de la ciencia, el arte, la literatura, la fotografía, el cine, la música, el coleccionismo, los libros y papeles antiguos que me permiten reconstruir perfiles e historias de otros tiempos. Sueño con proyectos magníficos que me desbordan y que no logro activar por desintereses políticos. Desde aquí impongo mis normas sin someterme a protocolos. Escribo lo que quiero como quiero e intento ser libre.

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